domingo, 27 de diciembre de 2009

"Amor en Rosa" cap 10 FINAL




oola...
aki el cap finalll...
mmm la otra nove la subo el martess
sii hay 10 commentss...
okk
al ratoo les subo la sinopsis...



xoxo♥



Al día siguiente, a las cinco de la tarde y tras un día increíblemente ocupado, Miley admiraba la magia de los muelles y el agua bajo el balcón de un hotel veneciano.
Un grupo de hombres y mujeres con máscaras y disfra¬ces medievales estaba embarcando en una lancha frente al palazzo. En el muelle, tres niños vestidos de payasos grita¬ban admirados por el despliegue de fuegos artificiales que iluminaban el cielo sobre los tejados. El carnaval de Vene¬cia: ruidoso, colorido, lleno de vida, emoción y misterio.
-¿Te alegras de estar aquí con nosotros? -le preguntó la madre de Nick, Denise Miller, una mujer de unos sesenta años con gran vitalidad y simpatía.
-Ha sido un día maravilloso -reconoció Miley-. No puedo darte las gracias lo suficiente por la bienvenida tan fantástica que nos has dado.
Miley no había esperado conocer a solas a su suegra, pero un negocio urgente había obligado a Nick a tomar un vuelo posterior. Tras recibirla en el aeropuerto junto al padrastro de Nick, Kevin, le habían dado una vuelta en su lancha motora por la ciudad. Luego la habían lle¬vado a su hotel, uno de los muchos de la cadena hotelera internacional que dirigían, famosa por su majestuosidad y el exquisito trato a los clientes.
Nada más verlas, Denise y Kevin habían tratado a Miley y Aleida como si ya fueran integrantes queridos de la familia. Por la mañana las habían llevado a presen¬ciar la inauguración oficial del carnaval y por la tarde, Denise había acompañado a Miley a un salón de novias con una variedad de vestidos de ensueño.
-El placer es mío, Miley. Tú me has devuelto a mi hijo y ahora estás consiguiendo que vuelva a sonreír -contestó Denise emocionada-. Cuando Nick me vi-sitó el año pasado, no me dijo nada, pero noté que se sen¬tía muy desgraciado. Puede que haya heredado la planta y la inteligencia para los negocios de su padre, pero en el fondo es un hombre mucho más sensible. Bueno, ¿te pon¬drás este vestido esta tarde para darle una sorpresa a mi hijo?
-Es precioso -susurró Miley mientras acariciaba la seda de aquel diseño del siglo dieciocho.
Más tarde, a solas en su suite, dejó que las lágrimas resbalaran por sus mejillas mientras se relajaba en la ba¬ñera. A un par de días de su boda, debería sentirse la mu¬jer más feliz del mundo. Al fin y al cabo, estaba a punto de casarse con el hombre al que amaba... pero que no se habría casado con ella de no ser por el nacimiento de Aleida. Nick adoraba a su hija y sería un padre estu¬pendo. No debía ser egoísta y pensar tanto en sí misma.
Lo que más le pesaba era no haberse atrevido a ense¬ñarle sus sentimientos leyendo juntos la carta. Él le había confesado lo atraído que se sentía por ella, la rabia que le había dado pensar que Cody Linley podía haberles ro¬bado la oportunidad de ser felices... ¿Y qué había hecho ella? Dejar que Nick siguiera creyendo que la tarjeta de San Valentín había sido una broma.
Mientras Miley se mortificaba con sus pecados de omisión, Nick, que acababa de instalarse en la suite de al lado, estaba repasando los suyos. Necesitaba olvidarse de esa idea estúpida de que se merecía una mujer cuyo mundo girase en torno a él, como si fuera el sol. Miley no estaba enamorada de él, pero eso no significaba que no pudiera llegar a estarlo. Tenía que olvidarse de su ego y reconocer que Miley había hecho lo razonable al impe¬dirle leer la carta, no fuera a perjudicar la relación que compartían en esos momentos.
No le fue fácil colocarse el maravilloso tocado sobre aquel cabello de rizos tan rebeldes. Denise y Kevin la habían invitado a cenar con ellos y la doncella estaba a punto de subir para cuidar de Aleida. Miley se puso un antifaz reluciente sobre los ojos y se miró al espejo. El vestido esmeralda realzaba sus curvas de tal modo que se sonrojó. Aunque, por otra parte, tenía la sensación de que no debía avergonzarse de nada, pues así vestida no la ha¬bría reconocido ni su propia madre, pensó dolida tras ha¬ber decidido que no informaría a su familia del matrimo¬nio hasta después de haberse celebrado la boda. Con tan poco margen de antelación, sabía que sus padres no ha¬brían podido reservar billete para asistir a aquel día tan especial. Pero, en el fondo, también le había dado miedo que se mostraran indiferentes.
Nada más oír que llamaban a la puerta, corrió a abrir para evitar que insistieran y Aleida se despertase.
Al encontrarse frente a Nick, cuya llegada no espe¬raba hasta medianoche, retrocedió un paso. Este mur¬muró algo seductor e incomprensible en italiano al tiempo que esbozaba una sonrisa arrebatadora. Se le paró el corazón, sintió un revoloteo de mariposas en el estó¬mago, pero mantuvo la cabeza alta, convencida de que no la reconocería con el antifaz.
-Miley... -dijo Nick sin dudar un instante.
-¡Creía que no sabrías que era yo! -protestó decepcio¬nada.
-Te reconocería en cualquier parte del mundo, de no¬che y con cualquier disfraz -aseguró él al tiempo que ce¬rraba la puerta.
-Llegas a tiempo para cenar con tu madre y tu padras¬tro -comentó entonces Miley mientras se quitaba el anti¬faz.
-No, los he llamado desde el aeropuerto para presen¬tarles disculpas en nombre de los dos -dijo Nick mi¬rándola de pronto con expresión seria-. Necesitamos es¬tar solos para hablar.
Miley se puso tensa. Era como si le hubieran apretado el botón del pánico. De repente, le dio miedo que quisiera cancelar la boda.
-Nick...
-No, déjame a mí primero -se adelantó él-. No he sido franco contigo. Ni siquiera he sido justo...
-Me estás robando las palabras de la boca -Miley fue por su bolso, sacó la carta y se la entregó desesperada-. No pensé la impresión que te llevarías cuando te pedí que no la leyeras, pero es tu carta...
-Olvídate de la carta, no importa -contestó Nick-. Lo que importa es que te diga lo que siento... aunque no creo que te sorprenda saber que estoy enamorado de ti.
Estaba sacando la carta del sobre cuando frenó en seco, levantó la cabeza hacia Nick y lo miró con incre¬dulidad. ¿Había oído bien? No era posible. De hecho, te¬nía que estar soñando.
-Al principio no sabía por qué bajaba todos los días al departamento de marketing -continuó Nick-. No en¬tendía por qué se me alegraba el día cuando te veía, por qué me gustabas, por qué empezaba a parecerme que el resto de mujeres no estaban a tu altura... En tu primer día, cuando te pillaste el dedo y te acompañé al hospital, po¬días habérselo contado a los compañeros, pero fuiste dis¬creta. Y luego me enfadé cuando el jefe de marketing se excedió por esa estúpida taza de café. Cuando saliste so¬llozando de la fiesta, me entraron ganas de arrancarle la cabeza a Linley por reírse de ti. Quería protegerte... Y al quedamos a solas en el despacho, no pude resistir la ten¬tación...
-Tenía la sensación de que me había tirado encima de ti -dijo Miley con timidez.
-¿Quién te besó?, ¿quién tomó la iniciativa?
Sólo entonces advirtió Miley que el primer paso lo había dado él.
-Pero habías bebido...
-Eso no era más que una excusa -gruñó Nick-. Sa¬bía perfectamente lo que estaba haciendo, pero al día si¬guiente me sentí culpable por haberte seducido...
-Yo me escapé porque pensaba que había sido culpa mía.
-Y me puse hecho una furia. Fui a buscarte a tu estu¬dio esa misma tarde...
-¡Dios!, ¡nos cruzamos en el camino!
-Entonces tuve que llamar a media Australia hasta lo¬calizar a tu cuñada, Karrie, y averiguar dónde estabas. ¿No te comentó que había llamado?
-Sí... -Miley palideció-. Pero creía que era porque te preocupaba que estuviera embarazada. Entonces todavía pensaba... que estabas prometido a Selena. Nick... lee la carta o empezaré a chillar hasta volverme loca.
Pero Nick tenía otros planes. Hacía día y medio que no la tocaba, de modo que la pegó a su potente y muscu¬loso torso y le dio un beso apasionado y eterno que la convenció de que la amaba.
-Antes o después, encontraré la fórmula mágica para que tú también me quieras -dijo Nick-. Cuando desa¬pareciste de Londres, comprendí lo mucho que te quería. No me había dado cuenta hasta ese día.
-Yo siempre supe lo que sentía por ti -Miley le devol¬vió la carta.
Empezó a leerla a regañadientes, pero al cabo de un par de líneas su rostro pasó del asombro a la felicidad. De pronto, no pudo despegarse hasta terminar todas las ho¬jas.
-Es... es una carta de amor -elijo maravillado Nick.
-Cuando me enteré de que estaba embarazada, sentí que no podía seguir dejándote creer que la tarjeta de San Valentín había sido una broma.
-Debería despellejarte viva por haberme mentido, amore -dijo Nick, mirándola con adoración.
Acto seguido sacó del bolsillo un precioso anillo de zafiros que la dejó sin respiración. Después miró a Aleida y sonrió al verla dormida con su carita angelical.
El día de la boda amaneció despejado.
Había olvidado que era el día de San Valentín, pero Miley recibió una enorme cesta con flores y una tarjeta cubierta de rosas con una tarjeta en la que Nick le de¬claraba su amor.
Luego, nada más terminar de desayunar y dar de ma¬mar a Aleida, alguien llamó a la puerta y apareció toda su familia en tropel: su madre, su padre, Peter, Karrie y su sobrinito Sam. Nick les había pagado un billete a los cinco y se alojaban en el mismo hotel. Lo había organi¬zado en secreto para darle una sorpresa y no podía estarle más agradecida. Ver a su madre emocionada mientras acariciaba a Aleida y sentir el abrazo de su padre era el mejor regalo que podía hacerle.
Su madre y su cuñada la ayudaron a ponerse el ves¬tido. Luego llegó una diadema magnífica y unos pendien¬tes. Mecida por el agua camino de la iglesia en góndola, Miley se sintió como una princesa. Pero no fue hasta ver a Nick en el altar cuando el corazón terminó de rebo¬sarle de felicidad.
El banquete se celebró en una sala de baile majestuosa y acudieron multitudes de invitados. Todos veían a los novios tan enamorados que no podían evitar sonreír y co¬mentar lo buena pareja que hacían. Hasta que los despi¬dieron para desearles una feliz luna de miel.
Esa noche, en el refugio que Nick tenía en el bos¬que de la Toscana, se divirtieron recordando lo que ha¬bían sufrido hasta darse cuenta de que estaban mutua¬mente enamorados, comprobaron que Aleida estaba bien y se felicitaron por haber concebido a una niña tan maravillosa. Luego se fundieron en un abrazo y se besa¬ron como si fueran la primera pareja del mundo que des¬cubría el poder del amor.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

me ha encantado

Anónimo dijo...

mi buena la novela jeejee

Anónimo dijo...

sube pronto la siguientee

Anónimo dijo...

besos i abrazos!!! ♥

Anónimo dijo...

muyyy buena ojala q sigas con la otra

Anónimo dijo...

qe lindo

Gabii *-* dijo...

La ame :')

Me voy a qedar ciega porqe he estado pasmada leyendo tus novelas XD

Saludos Chau!

Niley <3

Unknown dijo...

van dos novelas tuiias ke miro y me encantaron las dos han sido realmente hermosas me encanta los finales felices de niley no se pero me fascina y te vuelvo a felicitar gran nove!!! ;- )